EL HOMBRE ROTO






De un merecido puntapié la dulce  estrella lo ha enviado a volar
“allá donde se lo aguantan”
Y se ha roto en mil pedazos.

Su terquedad quebró todas las leyes físicas
Y atravesó el universo en un parpadeo.

Al llegar a la tierra
su ignorancia lo salva
de ser chamuscado por la atmósfera.

Y sus brazos se hunden en el índico,
y sus piernas han ido a dar al Ártico,
y su cabeza se estaciona en Hawái.
Su corazón ha descendido como un diente de León
Y ha ido a parar a Sudamérica.

El calor de los  volcanes provoca a su cabeza
y quiere agarrar todo a trompadas,
pero sus brazos se hunden en el océano.
Y quiere salir corriendo y escapar de todo,
pero la tundra ha congelado sus piernas.

Su corazón es un niño perdido la selva y no se entera de nada.

Al final se cansa, poco sabe acerca de todo, y
no le queda más que esperar.

-Estás roto- le dice la tierra,
que se mueve lento, pero se mueve,
risueña,


intentando juntar todas las partes.

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