sábado, 7 de febrero de 2015

Léperis





Como nunca había sucedido,
en un movimiento inusual del tiempo,
las flores se abalanzaron sobre ti
y llenaron tu cuerpo de colores.

Quise llamarte jardín,
pero mis palabras no te hicieron justicia
y guardaste silencio,
mientras las mariposas llegaban.

Y los pequeños seres juntaron sus alas
en un círculo donde el rojo y el violeta parecían abrazarse;
armonía cromática y musical
de danza y jolgorio.

Y el néctar,
el néctar había llenado todas tus cavidades,
llegando lo profundo de tu ser.

Una pequeña sombra en mi pecho.

Quise cerrar muy fuerte mi mano
y librarte de tu soberbio destino,
pero mi corazón  se volvió contra mi envidia.

Y entonces vi como volabas,
más  allá de las nubes,
más allá del horizonte.
Y te llamé Cielo,
Pero ya no me escuchabas,
Aunque estuvieras miles de veces.



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