Las noches oscuras no son para respirar
Las noches
oscuras no son para respirar,
el ruido enloquece
a las aves nocturnas,
la lluvia frunce el ceño y se guarda en sus nubes
para no lavar las tristezas.
Los sueños se
confunden con la ropa sucia
y los
seres alados se encarcelan entre cortinas y ventanas.
Los monosílabos
rasgan las palabras de aliento,
las chicas raspan sus rodillas en la huida.
La luna se
agazapa y las estrellas se esconden tras ella,
los seres
nocturnos se hacen uno con sus sombras.
Las madres liman
los colmillos de sus hijos,
mientras pasan
los dedos por un rosario.
En medio de la
ciudad, una hoguera ciega a quien busca su luz,
y los hombres se
refugian en su pasado glorioso.
Los chicos se acobardan
y miran hacia otro lado
cuando Euterpe pasa con su ropa hecha jirones.
Me han dicho que
en estos casos se debe volver a lo básico,
al origen.
Trato de llenar
mis pulmones de aire,
pero se llenan de
una fina ceniza.
Ya lo he dicho,
Las noches
oscuras no son para respirar.
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