lunes, 21 de julio de 2014

Alundra (noche)




A veces no quiero mirarte a los ojos,
me entristece la forma en la que te sospecho,
me avergüenza presentirte pura.

Siento pena cuando te intuyo:
ausente de fallas, libre de culpas;
mártir de una causa imposible.

Es insoportable que mi mente te condene
a sonreír en línea recta.

Ser el tonto que presume tu anaquel
durante una noche de copas.

El canalla que escondido tras las cortinas
construye una efigie en una moneda
para cambiarla por tranquilidad en su mente.

No,
no busco que seas perfecta a la manera de mis miedos.

Te quiero luminosa;
a veces blanca, otras oscura,
pero mejor entre las dos,
jugando y sonriendo con las tonalidades de tu arcoíris.

jueves, 10 de julio de 2014

Tranquilidad






Traigo una tranquilidad solapada en mi consciencia,

aunque mi mundo esté en llamas

y ya no fluyan las sonrisas.



Traigo una tranquilidad peluda,

con el perdón de todos,

y pendiente de su risa

rasco mi cabeza.



Una tranquilidad de perro con la lengua afuera,

de gato ruidoso en la noche,

de rata escondida en la cocina,

de cucaracha besadora.



Una tranquilidad de corazón en la boca,

de revoltura de tripas,

de nausea matinal.



Tranquilidad de sacar al patio,

tranquilidad que se ha quedado sola;

tranquilidad de animal que,

cuando cruza la calle,

decide no mirar hacia los lados.

sábado, 5 de julio de 2014

Obsidiana






No busco la oscuridad,

solo cierro los ojos

y atravieso la frontera,

lejos de la luz,

del sonido

y de los murmullos de la mente.



Una caída lenta en la densidad de la noche;

ser devorado,

fragmentado,

asimilado.



Llegar al punto de encuentro,

al cero en donde todo se detiene,

a ese lugar escondido

donde las palabras ya no nombran nada.

jueves, 3 de julio de 2014

No hay forma de escapar





No hay forma de escapar.

Dos pasos, son dos tras de mí,

tres se convierten en seis,

cuatro en veinticuatro,

cinco en ciento veinte

y así

hasta ocupar todos los lugares de los multiversos.



Solo para hallarme en en un pequeño rincón bajo la mesa.



Unas dulces manos atraviesan mi pecho,

buscando algo a lo que le queda poca vida.



Pasas tu lengua carrasposa por mi corazón

y siento tus colmillos hundiéndose en mi carne.

Me tranquilizo, cierro mis ojos

y, como cada vez, espero que al final

todo salga bien.



no puedo decir que no lo he aprendido.



no hay forma de escapar, no la hay.

Ahí van poetas

  Ahí van poetas que sin pala ni farol renuncian a la furtividad de la noche para atravesar las majestuosas montañas y buscar tonalida...