CEFALEA DEL SUICIDA



En Lagash fui vapuleado
por los hombres cercanos al toro y al león,
y mis palabras llenas de desdicha
llegaron a oídos de Ihskur.
Mi huida atravesó  el tiempo
Y Adad relevó el odio en Babilonia.

Vagué las orillas del Éufrates
Hasta perder  el rumbo y encontrar
A los seguidores de Aelo,
A los que importuné con mis historias de dioses antiguos.
Así fue como gané  la antipatía de Yahvé.

En Grecia renegué de Zeus  y fui expulsado hacia el norte,
en donde la precariedad del dios del martillo me causó una risotada.
No fui perdonado tampoco.
Ya me había cansado de temer.

Hoy  deambulo las Antillas  comparando a  Changó
con un mono, los ojos de los hombres muestran su desprecio.

Escondido en la última aldea,
en el último cuarto de una vieja casa,
bajo la cama,
espero el castigo de las deidades.

(A veces sospecho que es solo  una)

Esta noche la medialuna corta la tiniebla,
señal de mi infortunio,
y los truenos de los dioses descansarán en mi entrecejo.



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