domingo, 19 de abril de 2015

Un poeta japonés espera un cielo del color de la flor del cerezo.





Ahora que sé que voy a morir
El mundo se ha vuelto hermoso
de una manera un tanto infame.

El aguanieve gotea por los techos
dejando a su paso  pequeñas estrellas
que enfrían  los rayos de sol que bajan
por la montaña.

Durante algún tiempo he compartido
mis verduras con los niños,
y un poco de arroz
y un poco de daikon
han alegrado nuestras huertas.

Hace más de diez años
una bestia de fuego tomó el aliento de Toshio,
(También vendrá por mí)
y ahora no puedo más que esperar,
aferrado a este boleto,
el viaje sideral que me llevará a su encuentro.

El corazón de Sakiamuni
me ha mostrado el camino;
un cielo rodocrosita 
Será mi llamado.

ya no tengo miedo,
ni de la lluvia,
ni de la nieve,
ni del viento,
ni del calor veraniego.


viernes, 17 de abril de 2015

A una poeta inocente




No hay un verso manchando algún cuaderno,
ni frases que hacen guiños a los claustros.
Se enamoró de las calles,
de la gente, de los árboles,
mientras disfrutaba de la angustia de las aves.
Su lápiz es inútil cual espada
y a su paso palidecen los espejos.
No quiere que los atardeceres púrpuras
y las lluvias
y las manos de una amiga
y los labios inquietos de un chico
y la piel que se extiende por su cuerpo,
se marchiten en una escala de grises.
Ella es poema,
el poema que navega boca arriba
mientras el río se lo lleva lejos.
Su cuerpo  no se mueve como antes,
tiene frío y se tiene a ella.
Y  su sonrisa  sale desde el fondo
y el universo sabe reflejarse en sus ojos.

Ahí van poetas

  Ahí van poetas que sin pala ni farol renuncian a la furtividad de la noche para atravesar las majestuosas montañas y buscar tonalida...