...



-Acaso no es bello el sol
-si, a veces me quedo mirándolo fijamente y me arden los ojos.
-Eso no es una suerte
-supongo que así debe ser.

Continúan su camino.  Hacia lo lejos el sol  desnuda sutilmente las tonalidades de la hierba, mientras una suave  brisa la mueve lentamente para que despierte. Los dos siguen su camino, sin decirse nada, sin mirarse, comparten una alegría milenaria que guardarán hasta el día en que la tierra se extinga.  Aun así, mientras recorren su largo camino, su mirada y su sonrisa, estarán dirigidas hacia el suelo.

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