Octava línea de los universos


La conocí tambaleante,
una arcada tras otra contra el blanco aséptico;
el movimiento errático del hospital.

Caminamos el otoño  que nos dejaba ir
como si nunca hubiésemos existido,
buscando un lugar desconocido
donde reposar  nuestro olvido.

Y así pasaron los meses y ella decía:
¡Busca cómo vivir! ¡Eres bueno en lo que haces!
Y yo no sabía en qué era bueno, ni qué hacía;
no sabía nada más allá de su sonrisa y
del viento en su vestido.

Le dije que venía de muy lejos,
de un lugar absurdo y tropical.
Le hablé de la multiplicidad de los universos
y  de las pompas de jabón,
y de mi regreso.

Me miró con asombro y apuntó
Lo innecesario de esa complejidad.
Y se fue
y nunca más volví a verla.


Retorné a mi universo.
con algo de rencor,
con algo de desazón,
Ahora estoy en  el mismo sitio;
con una parte de cama y otra de techo.





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